Por alguna extraña razón, son muchos los cantantes que no practican regularmente.
Quizá consideren el canto como algo «natural», como el andar, nadar y correr, como algo que se hace fácilmente y en cualquier momento. Esto quizás le puede suceder a muy pocas y privilegiadas personas. Pero si deseamos hacerlo bien, si queremos desarrollarnos tendremos que dedicarle tanto tiempo como hacen los nadadores y corredores de competición.
Los buenos instrumentistas practican todos los días, como los atletas y como los mejores cantantes.
El objetivo de la práctica diaria es lograr el pleno desarrollo del potencial y el perfeccionamiento de todos los detalles de la técnica vocal, de modo que en los ensayos, conciertos y grabaciones los mecanismos de la voz sean siempre de fiar. El poseer ese grado de habilidad nos dará confianza y podremos gozar de la música y relajarnos ante su significado.
Uno de nuestros objetivos debe ser poder lograr una técnica buena y cómoda que se convierta en una segunda naturaleza por la que no tengamos que preocuparnos en absoluto.
• Algunos consejos:
1. Calentamiento: Como el cuerpo de un atleta, la voz ha de ser precalentada suavemente para que trabaje con el mejor rendimiento y no se vea dañada. Si cantamos con energía a partir de un estado «frío», especialmente en la parte superior de la voz, produciremos con toda seguridad un sonido áspero.
Diez minutos de precalentamiento lento, tranquilo y suave serán suficientes. Tarareemos un poco,
utilicemos primero la octava baja, practiquemos el ataque cómodo, la apertura de garganta, el control respiratorio y las notas sostenidas (largas).
2. Postura: Evitar la tentación de sentarse ante el teclado o cualquier otro instrumento para acompañarse a sí mismo; al menos durante una parte del periodo de práctica.
3. Utilizar música real además de ejercicios. Elegir frases de nuestro repertorio y utilizarlas para mejorar cualquier detalle técnico.
4. No conviene que el tiempo de práctica sea demasiado largo, especialmente en el caso de principiantes y cantantes muy jóvenes. Los músculos de la garganta y laringe pueden cansarse y empezar a doler. En un principio suele ser suficiente un período de veinte minutos, dos o tres veces al día.
5. Hay una frase típica de profesores de canto que dice «Pensar siete veces y cantar una», y significa
que hay que tener un propósito para cada frase que cantemos, en lugar de cantar de cualquier modo los ejercicios una y otra vez. Recordemos los objetivos del ejercicio: perfeccionar nuestra técnica y perfeccionar todas las frases en todos los aspectos. El vocal, la respiración, el apoyo, el tono, la postura, el ataque, el sonido. Hay que concentrarse en todas esas cosas para que nuestro canto mejore rápidamente.
6. Recordar que primero debemos empezar por la octava más baja. No utilicemos en exceso la parte superior de la voz hasta producir las notas bajas y medias bien y cómodamente; y luego iremos pasando gradualmente a la parte más aguda.
7. El canto en voz baja nos debe salir bien antes de elevar el volumen de la voz.
El canto lento nos debe salir bien antes de que podamos cantar con rapidez.
8. Práctica regular. Una hora al día es siempre más efectivo que siete horas el domingo.
La práctica regular es el único medio para mantener y desarrollar nuestra capacidad.
El canto es una actividad física en la que se utilizan los músculos y la respiración, y como en el caso de los otros entrenamientos físicos, si lo practicamos diariamente nos sentiremos notablemente mejor. Nuestra voz puede desarrollar flexibilidad, agilidad, fuerza, etc.
9. Practiquemos con otra persona de vez en cuando. Nuestros oídos se pueden acostumbrar a los errores y dejaríamos de tenerlos en cuenta. Cada tanto conviene que alguien nos escuche porque el oído de la otra persona será más perceptivo que el nuestro.
10. No es fácil cantar con el estómago lleno. Si estamos incómodamente llenos de comida, los músculos utilizados en la respiración y su control no podrán moverse libremente.
11. Debemos comprometernos con nuestro íntimo objetivo de lograr un canto hermoso y saludable. No “zafemos” haciendo “cualquiera” y esperando que el destino nos ayude.
De nuestras acciones depende nuestro futuro. Say no more.